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‘Girls to the front’

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Marchando otra de revisionismo, aunque en ‘Girls to the front‘, el libro de Sara Marcus en el que repasa la historia de las riot grrrls, se editó en 2010 y no tira de oportunismo. El libro, en realidad, se trata de un sincero intento de documentar y comprender el moviemiento riot grrrl.

Para ello, y a lo largo de sus 400 páginas, Sara Marcus entrevista a Kathleen Hanna (líder indiscutible del movimiento en sus inicios) y a decenas de mujeres no tan conocidas que en su momento participaron en los talleres de las riot grrrls. El resultado es tan veraz que la propia Marcus reconoce haber descubierto cosas que hubiera preferido no saber, porque en sus investigaciones descubrió que las riot grrls también cometieron errores: aunque lo intentaron, no lograron que las mujeres de color se sintieran identificadas con su causa, a menudo se les acusó de cierto elitismo y fue un movimiento muy poco inclusivo. Es bastante significativa y triste la anécdota en la que cuenta que una de las riot grrrls lanzó un tampón a Ian MacKaye mientras tocaba ‘Suggestion‘ con Fugazi porque consideraba que los hombres no tenían derecho a poner voz a su causa: huelga decir que se trata de un hecho aislado, pero los hombres cercanos a riot grrls que aparecen entrevistados en el libro a menudo se sentían totalmente aislados e incluso rechazados.

Pero vayamos por orden: las riot grrrls comienzan su actividad cuando Kathleen Hanna, Tobi Vail y algunas de sus amigas sienten la necesidad de enfrentarse a un mundo que aún es eminentemente masculino y patriarcal. Las consignas de las feministas de los 70 se les han quedado obsoletas y necesitan reinventar el feminismo y adaptarse a nuevas necesidades. Empizan organizando pequeñas reuniones en Olympia y Washington que, con el tiempo, se extienden a varias ciudades del país (incluso hay un tímido intento de organizar esas reuniones en el Reino Unido, pero no terminan de cuajar). En ellas, las mujeres participantes, casi todas adolescentes, discuten sus problemas, sus miedos e inseguridades: se trata de reuniones que se mueven entre el activismo y la terapia de grupo. A la vez, empiezan a surgir fanzines como Bikini Kill y Jigsaw escritos por mujeres y dirigidos a mujeres en los que subvierten el rol tradicionalmente asignado a la mujer: objeto sexual, modelo, ser pasivo y complaciente. Con los fanzines nacieron las primeras bandas de riot grrrls: Bikini Kill y Bratmobile fueron las pioneras, pero les siguieron muchas más (una de las cosas que descubrieron en seguida las riot grrrls es que a través de la música era más fácil hacer llegar su mensaje).

El de las riot grrrls fue un movimiento utópico, que nació para dar salida a la frustración de las adolescentes de la época y para buscar soluciones a los problemas a los que se enfrentaban. Pese a las buenas intenciones, sus logros fueron pírricos: sí, dieron voz a centenares de chicas que no tenían con quién compartir sus experiencias y alentaron a muchas otras a montar sus propios grupos y fanzines, pero en poco menos de cinco años las rencillas, el liderazgo que algunas se quisieron subrogar y la propia madurez hicieron que las riot grrrls se dispersaran y siguieran su propio camino. Aunque aspiraban a cambiar el status quo y abordar problemas tan serios como el acoso sexual, los logros poco menos que se redujeron a que las chicas pudieran formar barreras en las primeras filas de los conciertos para evitar los puñetazos del mosh-pit (de ahí el título: ‘las chicas al frente’). Usaron nuevas armas que no se habían empleado con anterioridad (fanzines, influencia del body art, rock), pero a la hora de la verdad les faltó cohesión y les sobró un poco de ingenuidad. ¿Ejemplo? Su relación con los medios de comunicación: tras varios reportajes fallidos llenos de tópicos maniqueístas, las riot grrrls decidieron hacer un bloqueo a la prensa… pero siempre había alguien dispuesto a romper ese bloqueo, independientemente de las decisiones tomadas de forma colectiva.

Puede que las riot grrrls no lograran todos sus objetivos, pero al menos lo intentaron, que no es poco. Y de paso dieron voz y armas a cientos de adolescentes (y no tan adolescentes) cuyos nombres ahora conocemos: Tobi Vail, Carrie Brownstein, Miranda July… y un largo etcétera.

Me temo que ‘Girls to the front’ puede tardar años en editarse en castellano (si es que llega a traducirse alguna vez), pero afortunadamente se puede comprar on line.


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